Lo denominan el viñedo más pequeño de Cataluña, 4.000 vides en menos de una hectárea de montaña. Es muy ampurdanés, repleto de la variedad lledoner roig, autóctono del norte de Cataluña y del Rosellón francés. Es un viñedo trabajado a la antigua, en terreno escarpado, accidentado, con poca tierra y muros de piedra seca. Un sueño hecho realidad en el que se han recuperado más de 2.000 metros de bancal.
Un proyecto marcado por la tramontana, apadrinado por los expertos del territorio, los viticultores que tanto entienden de sol, de mar y de montaña. Antes de que este sueño fuera una realidad, Juanma fue a hablar con los cultivadores ancestrales de este pequeño país. Juntos sumaban cuatro siglos de experiencia.
Cala Jóncols puso en marcha este proyecto con el asesoramiento del viticultor Didier Soto, de Mas Estela de Selva de Mar. También es quién lo vinifica, una producción reducida que en 2019 se limitó a 1.300 botellas de vino blanco.